Diario de la ciudad, 1

. lunes 7 de septiembre de 2009
  • Agregar a Technorati
  • Agregar a Del.icio.us
  • Agregar a DiggIt!
  • Agregar a Yahoo!
  • Agregar a Google
  • Agregar a Meneame
  • Agregar a Furl
  • Agregar a Reddit
  • Agregar a Magnolia
  • Agregar a Blinklist
  • Agregar a Blogmarks


¿A quién le pertenecen las calles de Lima?

>>> Seguir Leyendo... >>>

No sé por qué razón los políticos y autoridades de la ciudad están convencidos que ella les pertenece, que es de su propiedad. Que pueden hacer con las calles, parques o avenidas lo que les venga en gana, lo que mejor se les antoje. Olvidan que todos ellos son administradores temporales de los bienes de la ciudad que nosotros les hemos encargado. De ninguna manera obsequiado.

Los políticos en este país están convencidos que ser elegidos alcalde o congresista es encumbrarlos a poco menos que señor feudal. Sino, no se entiende porque razón cierran las calles sin el menor reparo, sin razón alguna.

Como muestra la imagen, en la Plaza Bolívar no había manifestantes, marchas o personas protestando. Nadie. Sólo inocentes transeúntes acostumbrados a encontrarse con este tipo de demostraciones de poder y jerarquía trasnochados, inútiles, ridículos. A alguien se le ocurrió cerrar una parte de la vereda, delimitarla con sogas como si fuera de su propiedad y no dejar pasar a nadie por ella. Marcar los límites de su feudo que nadie debe pisar no solo es una arbitrariedad en estos tiempos, sino también una forma, la peor de todas, de ostentar (que no ejercer) autoridad, de señalar quién manda y en dónde y sin tener que dar explicaciones. ¡Qué mal!

Raúl Porras decía que "las dos calamidades que han asolado a Lima son los sismos y los alcaldes". Y ahora los congresistas, que se apropian de sus plazas y calles con la mayor frescura.


2 comentarios:

Arturo Gómez dijo...

Tienes razón Jorge. Realmente es un abuso que pone en riesgo la vida de los transeuntes. El Presidente del Congreso debe restablecer el libre tránsito inmediatamente.

Arturo Gómez dijo...

El Congreso pone en riesgo la vida de los ciudadanos.